La noche de san Juan es la celebración más mágica, cargada de leyendas, supersticiones y ritos, de milagros y encantos, de cuantas se celebran en Galicia. Es la noche del fuego, pero también
del agua; está asociada a la fertilidad de las parejas y de los campos, y es un tiempo de mudanzas, de nuevos contratos, de gamberradas, de sardiñas que mollan o pan y de ritos destinados a predecir el futuro.
Y como no podía ser de otra manera, las plantas juegan un papel muy importante en las costumbres y tradiciones de este período del año que coincide –prácticamente– con el solsticio de verano. Esta noche, las plantas adquieren, según la tradición, lo mejor de sus propiedades curativas y mágicas. Por ello, las mujeres recogen determinadas especies, as herbas de san Xoán, para ponerlas en un caldero o tina con agua, donde se dejan macerar toda la noche ao orballo, es decir, de tal manera que le caiga el rocío, y por la mañana, todos los miembros de la casa, en especial los niños, se lavan con esta agua milagrosa.
La víspera de san Juan, la noche del 23 de junio, es también una fecha muy propicia para la aparición de las meigas, que suelen colarse por las puertas, ventanas o incluso por los agujeros de las cerraduras de nuestras casas. Y lo peor de todo, es que estas brujas tienen la costumbre tan poco higiénica de lavarse sus partes en la leche que se guarda en el interior de los domicilios, trasmitiendo o meigallo a aquel que la consumía. Por eso, una solución era introducir la leche en el interior de una artesa, quedando así a resguardo de estas molestas ocupas. Otro ritual protector de la casa es el de colgar fiuncho o hinojo, bieiteiro o saúco, xesta o retama, abeluria o dedalera en puertas y ventanas, e incluso en las rendijas de las tejas del faiado, para evitar que entren las meigas.
La leyenda de una planta tóxica...
Ésta última, en la que nos centraremos hoy, la dedalera, en gallego abeluria, estraloque o croque –nombres estos últimos que provienen del ruido parecido a un cloc o croc que hacen los niños al estallar la flor, sujetándola por el extremo abierto con una mano y golpeándola en la palma de la otra, tal y como se hace con una bolsa hinchada–, es de hecho, una planta con fama popular de tóxica.
A mí me llamó la atención una bonita leyenda gallega de esta planta: donde crecen las dedaleras se cree que es donde bailan las meigas las noches de luna llena. Además, tenía fama de planta útil contra las mordeduras de la víbora.
Es muy curioso que no haya referencias de las digitales en los textos griegos o romanos, como es notorio el caso de Dioscórides (40-90 dC), la referencia botánica de médicos, boticarios y curanderos hasta casi los tiempos modernos. Es probable que en otros tiempos la planta no tuviera la extensión que hoy tiene por el área mediterránea.
Por el contrario, la digital ha sido una planta bien conocida y utilizada tradicionalmente por los pueblos septentrionales de Europa. Las referencias escritas más antiguas, se encuentran en Irlanda, hacia el siglo XI. En Gales se han recogido tradiciones muy antiguas, donde la dedalera se la considera como planta protectora contra los malos espíritus. En Galicia, zona de la Península donde más extendida está la digital, como ya hemos dicho tiene fama de planta útil contra las mordeduras de víbora y también como protectora de las casas frente a las meigas y los malos espíritus.
En la tradición anglosajona también tiene un papel destacado. En inglés se la llama principalmente foxglove, es decir, guante de zorro, pero también fairyfingers, dedos de hada; términos que aluden a la forma de las flores, que semejan los dedos cortados de un guante. En la tradición gallega no encontré ninguna relación de esta planta con el raposo, pero existe una bella leyenda nórdica que habla de este astuto animal y la dedalera. Según se cuenta por esos lares, las hadas malas le dieron estas flores al zorro para que se las calzara en los dedos de sus patas y de esta manera ser más sigiloso cuando merodea los gallineros de los desdichados campesinos. El nombre noruego de la planta, revbielde, campana de zorro, es otra alusión en la misma línea.
Las manchas de las flores de la dedalera y de las prímulas (que tienen la función de servir algo así como de “señalizaciones de aterrizaje” para abejas y abejorros, que son los insectos que más las visitan), se dice que es donde los elfos han tocado con sus dedos la planta y que son una seria advertencia de lo nocivo que es esta planta (de hecho, en Irlanda, se la conoce como dead man’s thimbles, dedal de muerto).
El nombre que los alemanes daban a la planta, fingerhut, dedal, es el que sugirió a Leonhard Fuchs (importante botánico alemán, por el que las Fuchsias llevan ese nombre) el nombre latino por el que se la conoce, Digitalis: “del grosor de un dedo”, puesto que hasta que él la nombró, en 1542, no tenía nombre ni griego ni latino.
...y la leyenda continúa
Hoy en día, la digital sigue incrementando su fama y su leyenda: de ella se han obtenido los digitálicos, como la digitalina y otros, sustancias de una importancia médica tal, que se considera como uno de los más importantes fármacos utilizados en la actualidad para el tratamiento de las afecciones cardiacas, en especial para regular las arritmias cardiacas. El estudio de sus complejos glucósidos y azúcares activos presentes en sus hojas y en las semillas, ha llevado a las digitales a ser una de las plantas mejor estudiadas desde el punto de vista bioquímico.
Otra vez más, vemos cómo una planta considerada tradicionalmente como tóxica, pues ciertamente sintetiza sustancias venenosas como la digitoxina y otras, con el fin de evitar que se la coman los herbívoros, estas mismas sustancias se emplean en medicina para pacientes que padecen arritmia cardiaca. En definitiva, plantas que, mal empleadas, pueden ocasionar la muerte, se convierten, con gran esfuerzo y tras muchos años de estudio de muchos investigadores, en herramientas indispensables para salvar todos los días innumerables vidas.
Como vemos, y como veremos en otros casos como el del tejo, por poner otro bello ejemplo, la muerte y la vida se vuelven a encontrar en un mismo punto: las digitales y los glucósidos de ellas obtenidos, que incrementan la leyenda de una planta que en Galicia ya decían que espanta ás meigas, en este día tan señalado como es la noche de san Juan.